En la intersección de las calles Tucumán y San Martín, este edificio sobrevivió al paso del tiempo y se conserva intacto. Con una fachada de un intenso color rojo, sin ochava, con aberturas de herrería artesanal y balcones de época, su estructura tiene más de 150 años. Cuenta la leyenda que los patriotas de la Revolución del incipiente país solían visitar la posada después de largas jornadas en el Cabildo, que está a 600 metros.
Antes ofrecía cálidas habitaciones y hoy cuenta con platos autóctonos y una carta de más de 150 etiquetas de vino. En su cocina de excelencia se destacan las carnes: el ojo de bife y el cordero patagónico. Otras opciones son el pescado a la parrilla y los ravioles caseros.