El Imparcial fue fundado en 1860 por Don Severino García, un inmigrante que había llegado al puerto de Buenos Aires desde España. Se cree que este es el restaurante más antiguo de toda la Ciudad pero no siempre funcionó en el mismo local. El primero estuvo ubicado al lado del Cabildo, sobre la calle Victoria (actual Hipólito Yrigoyen). Después pasó a otro, en la calle Bernardo de Irigoyen, hasta que ensancharon la Av. 9 de Julio y hubo una tercera (y definitiva) mudanza: a Victoria y Salta.
Pero en 1969, el edificio que albergaba la fonda se derrumbó y hubo que reconstruirlo. De tener entre 70 y 80 cubiertos, se convirtió en un salón con 280 cubiertos en la planta baja y 250 en el primer piso.
Hoy ofrece un amplio menú y carta de vinos. Estás de parabienes sobre todo si te gusta el puchero a la española, los caracoles a la bordalesa, la paella valenciana, el pulpo a la gallega, las rabas, calamaretis, cazuela de mariscos, tablas de pescado, las milanesas a la napolitana o las pastas caseras con una variedad de diez salsas. Tampoco faltan los postres caseros: natilla, tiramisú, sabayón al oporto o arroz con leche servido en copas.
“En este local está terminantemente prohibido la discusión de política, religión y las polémicas de mesa a mesa”, marca un cartel colgado sobre el mostrador y decorado con el escudo insignia del bar.
España estuvo en guerra civil desde 1936 a 1939 y sufrió la dictadura franquista desde entonces y hasta 1975. En la época más tensa entre franquistas y republicanos, eran frecuentes las peleas (incluso a las piñas) en la Av. de Mayo. En temas gastronómicos, la cosa estaba dividida: los que apoyaban al franquismo iban al bar Español, mientras que los republicanos se juntaban en el bar Iberia. En El Imparcial, en cambio, no había charlas de política y religión, ni discusiones. Sólo encuentro y sabor.