Su dueño, Hugo Echevarrieta, transformó una pequeña parrilla de barrio que abrió en 1992 en uno de los templos de la carne de Buenos Aires. Su distintivo es la ambientación bien argentina, el cuidado en los detalles importantes y la amplia carta de vinos. La empanada, los bocadillos de verdura, las lengüitas de cordero, los chinchulines de chivito, la longaniza, el asado especial de centro, el baby beef, la tapa de ojo de bife, la colita de cuadril de búfalo, el pechito de jabato y la entraña son algunos de los cortes de alta calidad que ofrecen.