Esta es una pizzería inaugurada en 1939, que conserva el espíritu de la época: aquí no hay mesas ni sillas, se come “de parado”. La pizza de la casa es rigurosamente al molde, alta, cargadísima de ingredientes y bien sabrosa. Otra particularidad de esta propuesta es que sirven únicamente cuatro versiones: muzzarella, fugazzetta, anchoa y napolitana. El recambio de clientes es continuo a lo largo de todo el día. Los postres son muy tradicionales: torta de ricota, torta de dulce de leche y, por supuesto, pasta frola (de membrillo).