En pleno corazón de la avenida Corrientes, La Giralda es una cápsula del tiempo, un rincón donde la historia, el aroma a café y el perfume del chocolate caliente con churros se mezclan con la nostalgia.
Su historia comenzó en 1930, cuando un andaluz, Francisco Garrido, instaló una pequeña lechería en la planta baja del edificio Nordmann. Allí empezó a preparar su famoso chocolate Colonial, acompañado de los churros más recordados de la Ciudad.
En 1951, Antonio Nodrid compró el local, mantuvo el nombre, la marca de chocolate y la tradición que lo haría legendario pero lo convirtió en un punto de encuentro de la noche porteña.
Durante décadas, La Giralda fue un bar abierto las 24 horas. Entre churros y cafés, se debatían ideas y se leían a Cortázar, Sartre, Benedetti y Marcuse. Cambió el siglo y ya en los 2000 siguió siendo fiel a sí misma. Su estética —azulejos blancos, piso de granito, mesas de mármol, sillas clásicas y una vieja vidriera con chocolates— se mantuvo intacta y los hijos y la nieta de Antonio Nodrid estaban a cargo del negocio.
Hasta que en 2018 tuvo que cerrar sus puertas por problemas financieros. Finalmente, y tras una cuidada remodelación que conservó su esencia, el histórico bar reabrió en agosto de 2021, devolviendo a Buenos Aires uno de sus símbolos más queridos. No sólo están los churros y el chocolate de siempre, sino una cuidada carta para almorzar o cenar.
En octubre de 2025, fue declarada Sitio de Interés Cultural por la Legislatura porteña. Un reconocimiento que celebra 95 años de historia, tradición y encuentros en el corazón de la Av. Corrientes.
Recorré los barrios más emblemáticos.