En la elegante esquina de Avenida del Libertador y Coronel Díaz, barrio de la Recoleta en su exacto límite con el de Palermo, el Caffé Tabac adquiere, desde 1969, verdadero protagonismo urbano.
Este buen lugar tiene una clientela fiel, generalmente de la zona. Muchos habitués son saludados por los mozos con verdadera familiaridad. El salón se muestra muy luminoso. Todo es armonía.
Una interesantísima situación político-literaria ocurrió en el Café: la historia secreta del cadáver trashumante de Eva Duarte empezó a develarse en una mesa de Tabac. Una medianoche de invierno de 1989, Tomás Eloy Mártínez, autor de la novela Santa Evita, recibió un llamado telefónico. Era el coronel Héctor A. Cabanillas (luego en la novela de Martínez sería Tulio Ricardo Corominas), el hombre que había manejado el “Operativo Traslado” de los restos de Evita a lugar seguro. Se citaron en Tabac. Allí, Martínez se encontró con Cabanillas (Corominas) y con Jorge Rojas Silveyra, embajador en España en los tiempos de Alejandro Lanusse. Rojas fue el encargado de devolver a Perón el cuerpo de Eva después de décadas de silencio. Había otro testigo que la cautela del novelista decidió llamar “Maggi”. El autor recibió toda la documentación que tenían en sus manos, porque “el secreto los ahogaba”.
Respecto al salón del Café, los sutiles desniveles del cielorraso, en correspondencia con la barra, dan dinamismo al espacio. Las cuatro arañas de bronce con cuatro lámparas cada una, junto a las seis tulipas con vidrio esmerilado, los logos Caffé Tabac en las vidrieras y los dobles cortinados, rojizos unos y naturales otros, con detalles de pasamanería, colaboran con su presencia en el elegante clima del local.
Se puede disfrutar, bien acompañado, porque es para compartir, el Té del encuentro: café o té en hebras con leche y masas finas, brownies, tostadas, manteca, mermelada, rosca de nuez, budín inglés, torta, chip de jamón y tomate, tostado mixto, fosforito de jamón crudo y queso, medialuna de jamón y queso, más jugo de naranja.