Desde los 14 años, Cosme Di Natale ha proyectado sueños en la pantalla grande.
Carrete cargado, película de 35 mm en el proyector y un rayo de luz que ilumina la pantalla de la sala. El papel del proyectorista de cine tradicional conserva un romance único, un espíritu nostálgico que bien se refleja en el clásico film Cinema Paradiso. Con la entrada de la película digital, mucho sobre la profesión cambió pero todavía hay -por suerte- quienes conservan el conocimiento de los cines del pasado.
Un lugar icónico
El cine Gaumont es un lugar emblemático para la industria cinematográfica argentina. Fundado en 1912, frente a la plaza del Congreso Nacional, hoy se encuentra en el edificio de estilo racionalista que fue inaugurado en 1942. Desde el año 2003 es dirigido por el Instituto Nacional de Cine de Argentina (INCAA) y exhibe casi exclusivamente películas argentinas, tanto de ficción como documentales, lo que democratiza el acceso público a los grandes títulos de una de las industrias cinematográficas más grandes de América Latina. En ese escenario, Cosme "El Tano" Di Natale es, desde hace tiempos de antaño, uno de los proyectoristas del Gaumont.
Un romance duradero
El Tano comenzó a incursionar en su profesión a los 14 años, época en que los proyectores iluminaban con luces de arco de carbono. La tecnología avanzó y, aunque la mayoría de las películas en el Gaumont ahora se proyectan digitalmente, algunas otras todavía se animan al antiguo formato de 35 mm. “Hay un sentimiento romántico hacia el trabajo tradicional”, dice Di Natale y sigue: “El digital es más frío, es sólo apretar un botón mientras que con el 35 mm vos tenés que preparar la película, pegarla, armarla, y proyectarla. Para mi gusto es otra cosa: tiene su belleza, sus poros que se ven en la pantalla cuando hay una buena luz. Hay incluso directores que todavía prefieren trabajar con 35 mm, así que por el momento no va a desaparecer del todo”.
La única profesión imaginable
Los proyectoristas pasan mucho tiempo en la oscuridad, traduciendo los sueños de muchos en películas en las pantallas, y El Tano no podría imaginar dedicándose a otra cosa. “Para algunos es difícil trabajar de noche, los sábados y domingos, hasta los cumpleaños”, explica. “Pero para los que nos gusta el cine no existe otro trabajo posible. Además, el Gaumont es un espacio cultural muy especial en donde confluyen todas las películas argentinas y que abre la cabeza a mucha gente”.
Una recomendación
Hay muchas grandes películas argentinas para ver -entre ellas, El secreto de sus ojos, una de las más famosas a nivel internacional y ganadora del premio Oscar-, pero El Tano recomienda una producción reciente: “Yo recomendaría un documental que se llama Un cine en concreto que se trata acerca de un apasionado que hace un cine en la casa; la historia de un albañil que fabrica un cine en la casa”. Y, para cerrar, afirma: “Yo digo que nunca trabajé porque hago lo que me gusta”.