En este tradicional café de barrio, que cuenta con tres mesas de billar en su salón principal, lo que llama la atención es la enorme cantidad de fotos y objetos que adornan las paredes: máquinas de coser, espejos, registradoras, botellas de gaseosas viejas y hasta un frasquito de gomina Brancato, todo lo que uno se pueda imaginar forma parte de esta colección incomparable. El otro atractivo de este bar es su célebre picada, que se sirve de jueves a sábados a la noche y que incluye una degustación de 30 platos diferentes.
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