En el barrio de Boedo, en la esquina de Boedo y San Ignacio (antes Pasaje Camio), encontramos un tradicional edificio, mandado a construir a principios del siglo XX por el genovés Lorenzo Berisso. En parte de su planta baja funciona el Café Margot.
De cálida ambientación, el mostrador de mármol y las nobles sillas y mesas de madera contrastan con las vitrinas pobladas de botellas y con la colorida iconografía que distingue las paredes. El lugar se distingue por su hospitalidad y gastronomía, en la que destacan los clásicos sandwiches de pavita en escabeche, los de lomito, y las excelentes medialunas y pastas caseras.
Según cuentan, por los años 50, el entonces presidente Juan Domingo Perón, que circulaba junto a su comitiva por la Avenida Independencia, al llegar a Boedo hizo doblar a los vehículos. En la esquina de San Ignacio se detuvieron, y ante el asombro general, el general bajó del coche y entró al bar: quería probar el sandwich de pavita en escabeche, del que tanto le habían hablado.
A lo largo de los años pasaron por sus mesas, entre otros, el legendario diputado Alfredo L. Palacios; los escritores Gustavo Riccio y Raúl González Tuñón; el “Mono” Gatica, que llegaba en su Cadillac rojo; el gran goleador, devenido en comentarista futbolístico, José Francisco Sanfilippo; el escritor Isidoro Blaisten, y Oscar “Ringo” Bonavena, verdadera leyenda de nuestro box.
El Margot fue distinguido por la Junta de Estudios Históricos de Boedo como uno de los hitos del barrio. Un diploma de la Secretaría de Educación (GCBA) agradece al Margot su participación en el Programa “Buenos Aires lee”, otro del Museo de la Ciudad lo declara “Testimonio Vivo de la Memoria Ciudadana”. El Margot es un café para conocer e irremediablemente transformarse en habitué.
Recorré los barrios emblemáticos de la ciudad.