Dicen que el bandoneón en lugar de sonar, llora. El sonido de este complejo instrumento tiene una profundidad emocional lastimera, que encaja perfectamente en la creación musical nostálgica y melancólica más famosa de Buenos Aires: el tango. Pero a pesar de su importancia en la música local, los bandoneones se fabrican en Argentina desde hace muy poco. Los ejemplares más buscados fueron fabricados en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Algunos pocos sobrevivieron y Damián Guttlerin es uno de los luthiers que trabaja para mantenerlos vivos, además de fabricar nuevos modelos en Argentina.
"Es un pequeño granito de arena", dice con modestia un 11 de julio, Día Nacional del Bandoneón en Argentina. "Somos pocos los que lo hacemos, quizás diez personas en el mundo, y creo que todos empezamos debido a lo que cuesta encontrar un instrumento en condiciones de que se pueda tocar a nivel profesional. La mayoría de estos instrumentos son de la década del ´20 o del ´30. Restaurarlos y mantenerlos vivos cada vez cuesta más porque cada vez tienen más manoseo en el medio. Nuestra motivación es que haya más instrumentos para seguir tocando".
Antes de comenzar a hacer nuevos bandoneones, durante dos décadas Damián afinó y reparó modelos antiguos para músicos y coleccionistas. Los bandoneones se afinan a mano: cada una de las 276 cañas debe ajustarse individualmente, un proceso que solo se puede lograr con un oído experto. Mantener un nivel profesional de sonido en instrumentos antiguos que han tenido piezas reparadas o reemplazadas es un desafío particular.
“Es muy difícil de transmitir porque lo que a mí me pasa cuando escucho las notas es una cuestión totalmente personal, es una vibración en mi oído y en mi cabeza; una sensación. Cómo transmitir esto a palabras y cómo saber si la otra persona escucha esto que vos escuchás es casi imposible. Uno puede aprender la técnica pero después el oficio lo tenés que hacer vos a partir de mucha paciencia, prueba y error".
Al darse cuenta de que se necesitaba garantizar que los músicos siguieran teniendo bandoneones de calidad, Damián asumió una tarea titánica: comenzar a producir el instrumento en Argentina. "La primera dificultad fue intentar lograr el sonido", dice Guttlein. “Los músicos transmiten algo de su propia personalidad y había un mito que anunciaba que era imposible lograr un sonido como el que sale de una pieza antigua, así que empezábamos la carrera de corriendo desde atrás. Llevó muchos años de desarrollo y cientos de pruebas con diferentes maderas y metales".
Los bandoneones de Damián tienen un mecanismo interno diferente y una distribución de teclado distinta al clásico bandoneón de tango, agregando aún más notas al instrumento. Hoy están sollozando en escenarios de todo el mundo. “Ningún instrumento es igual a otro. Cada uno proviene de un árbol diferente y tiene su propia personalidad. Son cosas mínimas pero al músico le afectan. Es totalmente personal, y esto es el sonido de Buenos Aires".
¡Te invitamos a conocer todas nuestras series!