Lo había fundado por 1890 con el nombre de Bar Rivadavia un italiano llamado Batista Fazio. Primitivamente fue reducto de malandras y caferatas cuya traducción del lunfardo básico corresponde, más o menos, a gente de mal vivir. “Verdaderos angelitos”, según la socarrona afirmación del comisario de Balvanera quien, sin saberlo, le estaba dando carta de bautismo a uno de los más populares cafés de Buenos Aires.
A José Ingenieros, Juan B. Justo y Alfredo Palacios se los veía seguido por Los Angelitos, lo mismo que a Manuel Gálvez. Una noche de 1917, en este café, el dúo criollo Gardel-Razzano fue contratado por Mauricio Goddart, director artístico del sello Odeón. Con Cantar eterno y El sol del 25 se produjo su debut discográfico. Gardel vivió a poco más de una cuadra de distancia, en Rincón 135, en un departamento de un bello edificio afrancesado construido en 1925. En la actualidad luce en la fachada una placa que recuerda al ilustre habitante.
En Los Angelitos, Gardel celebró algunos de sus triunfos, convidando, con su reconocida generosidad, a los amigos con unos pucheros que finalizaban con las primeras luces del día. Este café también fue frecuentado por radicales. Muchos políticos del viejo partido de Leandro Alem, la Unión Cívica Radical, solían acercarse para intercambiar y discutir ideas con sus adversarios socialistas.
En 1944 José Razzano y Cátulo Castillo compusieron el tango Café de los Angelitos, éxito en la voz del tano Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo: ¡Café de los Angelitos! ¡Bar de Gabino y Cazón! Yo te alegré con mis gritos en los tiempos de Carlitos por Rivadavia y Rincón.
Un día de 1993, después de muchas idas y venidas, Los Angelitos desapareció.
Afortunadamente, catorce años después, el café reabrió sus puertas el 19 de junio de 2007 con una decoración sobria y elegante. Madera oscura, cristales, vitraux, bronces y mosaicos calcáreos le otorgan su clara y tradicional personalidad. Una serie de 350 fotos ciudadanas, especialmente seleccionadas en archivos y museos, contribuye a recrear el clima y el ambiente de los tiempos iniciales.
El salón del Café propiamente dicho, desde donde puede verse y escucharse a algún músico que pone melodías a la tarde, se complementa con la sala de espectáculos y cena-show, la boutique de souvenirs y la sala de exposiciones y actos especiales. Todos los días hay un show de tango de primer nivel.
El Café de los Angelitos volvió para quedarse.