José Aparecido Da Silva, oriundo de Mato Grosso do Sul, Brasil, siguió desde pequeño los pasos de su hermano mayor en el mundo de las carreras de caballos. La primera decisión fue ingresar a los 16 años a la Escuela de Jockey del Hipódromo de Cidade Jardim, en San Pablo. Ahora, con 41 años, hace tres que se estableció en Buenos Aires con el objetivo de vivir su pasión.

"Amo todo sobre los caballos desde mi infancia", dice José. "Me encanta la velocidad, la adrenalina, el honor, la competencia", sigue. Aunque el turf también se practica en Brasil, Da Silva afirma que Buenos Aires es el destino ideal para los jinetes ya que la tradición equina que se vive en la capital argentina es inédita: sin ir más lejos, el legado de este deporte se refleja en muchos de los tangos más populares. "Hay carreras todos los días, hay más competencia”, explica. “Los jinetes somos muy valorados y la gente tiene mucha pasión por lo que hacemos”.

La rutina no es nada sencilla. Llega al Hipódromo de Palermo a las 6 de la mañana para comenzar el entrenamiento y, en caso de que necesite perder peso, continúa el ejercicio hasta las 11, cuando regresa a su casa para tomar un baño turco que le consolide el peso correcto. A las 14 nuevamente se monta a un caballo hasta que cae el sol, con el tiempo suficiente para realizar hasta ocho carreras.

A modo de conclusión, Da Silva sostiene: "Se necesita mucho equilibrio, fuerza y sacrificio, pero sobre todo mucha pasión".

Visitá al hipódromo de palermo.