El Metropolitan se podría describir como una torre escalonada. En realidad, este edificio es una joya del art decó, que combina historia, arquitectura y una programación teatral de excelencia.
Su historia comenzó en 1937, cuando abrió sus puertas como cine-teatro en un terreno liberado gracias al ensanche de la avenida, entre Uruguay y Talcahuano. El edificio fue proyectado por los ingenieros Germán y J.B. Joselevich, E. Ramírez y Rafael Abril. Rápidamente se destacó por su imponente estética: un frente coronado por una torre con líneas verticales que se levantan varios metros con elegancia desde la marquesina.
Pensado para albergar hasta 2.000 espectadores, fue concebido desde sus orígenes como un espacio versátil, con camarines, maquinaria escénica y una sala que ofrecía una experiencia visual única. La boca del escenario, con sus cuatro arcos concéntricos metalizados en cobre patinado, se convirtió en el foco visual de una platea generosa. El vestíbulo, revestido en mármol Botticino, recibía al público con un pórtico de cobre y una gran luminaria central que marcaba el espíritu moderno del edificio.
Como muchos otros cines porteños, el Metropolitan vivió los altibajos del siglo XX. En 1980, el pullman fue reconvertido en una segunda sala, iniciando una nueva etapa como espacio teatral.
La transformación más reciente llegó en 2012, cuando fue adquirido por Pablo Kompel y Carlos Rottemberg. Bajo la dirección artística del Grupo La Plaza, se llevó adelante una puesta en valor: restauración de la fachada, instalación de nueva iluminación externa, remodelación de halls, camarines, baños y renovación total de butacas.
En abril de 2013, reabrió sus puertas con el nombre Metropolitan Citi. Luego, en 2017, tras una alianza con Seguros SURA, se convirtió en el actual Metropolitan Sura, que cuenta con dos salas: Metropolitan 1, con 905 butacas, y Metropolitan 2, con capacidad para 603 espectadores.
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