El Broadway, inaugurado en 1930 como cine-teatro, fue concebido por el arquitecto húngaro Jorge Kálnay. Desde sus comienzos, la obra combinó ambición artística y técnica: una estructura pensada para mil espectadores, con una platea elevada sostenida por un sistema audaz de vigas y ménsulas que permitían un vuelo libre de más de once metros. Esa audacia constructiva, sumada a detalles como vitrales de gran tamaño y estilo, convirtió al lugar en un símbolo de elegancia y modernidad.
Carlos Gardel, el más grande ícono del tango, se presentó allí el 19 de octubre de 1931. Años más tarde, en esa misma sala se proyectaron dos de sus películas más recordadas: El tango en Broadway y El día que me quieras.
En 1954 se modernizó su sistema de sonido y la sala fue dividida para adaptarse a nuevas necesidades.
Esta construcción nació como un complejo multifuncional. Sus pisos superiores, originalmente destinados a residencias, confitería y panadería, fueron sostenidos por una compleja estructura con vigas Vierendeel, decoradas con vitrales de gran envergadura, que aún hoy hablan del cuidado estético con el que fue concebido.
En 1999, el teatro vivió una nueva etapa bajo la conducción del empresario Alejandro Romay, quien impulsó una renovación integral. Esos pisos superiores fueron transformados en un hotel, pero la sala continuó siendo un templo del espectáculo, especialmente de las obras de revista.
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