¿Comprar antigüedades o juguetes de antaño, mangos formoseños, todo tipo de especias, patés patagónicos o tomar un café de algún país exótico? Todo eso es posible en un solo lugar: el Mercado de San Telmo. Por increíble que parezca, todavía se conserva en Buenos Aires el espíritu de los primeros mercados.
El Mercado fue inaugurado en febrero de 1897 con el objetivo de abastecer de los víveres necesarios a la nueva ola de inmigrantes que llegaba a la ciudad desde el Viejo Continente. El edificio conserva su estructura interna original, formada por vigas, arcos y columnas de metal con techos de chapa y vidrio. En el centro se alza una gran cúpula.
El proyecto es de Juan Antonio Buschiazzo (1845-1917), el segundo arquitecto en obtener su título en Buenos Aires. Buschiazzo llegó de Italia a los cuatro años y durante la intendencia de Torcuato de Alvear se desempeñó como Director de Obras Públicas de la Ciudad. Él diseñó bancos, hospitales, residencias y edificios gubernamentales, y fue uno de los principales responsables del proyecto de Avenida de Mayo. En el año 2000, el Mercado fue declarado Monumento Histórico Nacional por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.