Abierto desde 1905, se mantiene como un punto de atracción en el barrio de La Boca. En los últimos tiempos renovó su fachada y en su interior se destacan las paredes de ladrillo a la vista y chapas con publicidades de época. Todo el lugar está dispuesto como un anticuario, exponiendo elementos viejos y las botellas de alcohol en una prolija barra. Las mesas y las sillas tienen la misma sintonía, mientras que el piso es de baldosas blancas y negras. Un buen lugar para detenerse, donde se mezclan los turistas con los parroquianos.
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