El Teatro Colón es uno de los imperdibles del mundo de la lírica y está a la altura de La Scala de Milán, la Ópera Garnier de París y el Royal Opera House de Londres.
Este edificio fue inaugurado el 25 de mayo de 1908, con una función de Aida, de Giuseppe Verdi. Desde entonces, los directores, cantantes y bailarines más importantes de la historia engalanaron su escenario. Algunos de ellos fueron Igor Stravinsky, Herbert von Karajan, Daniel Barenboim, Maria Callas, Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Rudolf Nureyev, Julio Bocca, Paloma Herrera y Maximiliano Guerra.
Desde 1857 hasta 1888, el Colón estuvo en la Plaza de Mayo, al costado de la Casa Rosada, donde hoy funciona el Banco Nación.
Este edificio increíble es obra de los arquitectos Francesco Tamburini, Victor Meano y Jules Dormal. La construcción duró casi 20 años e involucró a 1500 personas.
La cúpula tiene 318 metros cuadrados y originalmente tenía pinturas de Marcel Jambon, que se deterioraron en los años treinta. Por eso, en la década de 1960, se decidió encargarle un nuevo trabajo a Raúl Soldi.
Sus condiciones acústicas y arquitectónicas excepcionales hacen que sea reconocido mundialmente como uno de los más perfectos: la sala en herradura genera una distribución ideal del sonido y los tres pisos de palcos logran una óptima absorción, porque están diseñados con materiales blandos como telas, maderas y alfombras. Además, en los pisos superiores, se utilizaron materiales duros como mármol y bronce para perfeccionar la reflexión de las ondas.
Entre 1968 y 1972, se hizo una ampliación, proyectada por el arquitecto Mario Roberto Álvarez. Así se avanzó debajo de la plaza y la calle Cerrito, donde se sitúan los sectores de producción teatral, talleres escenográficos, salas de ensayos, oficinas administrativas y un comedor para el personal.
En el año 2008, el Gobierno de la Ciudad inició una restauración en profundidad, que le devolvió todo su esplendor y lo dotó de los más importantes adelantos tecnológicos. Fue reinaugurado para el Bicentenario, en el año 2010.
En la boletería o en la página web del teatro, podés sacar tu ticket para hacer una visita guiada por las instalaciones.
En sus inicios, el teatro contrataba a compañías extranjeras. Pero a partir de 1925, formó sus cuerpos estables, de orquesta, ballet y coro. Además, se armaron sus propios talleres de producción.
En 1963 se creó el taller de decoración de utilería y pintado de trajes. Más adelante se incorporaron la sección técnica de Diseño de Producción y los talleres de Luminotecnia, Efectos especiales electromecánicos, y Audio y Video.
Hoy es uno de los pocos Teatros Fábrica del mundo y tiene la capacidad de realizar la totalidad de sus puestas en escena, gracias al profesionalismo de sus cuerpos escenotécnicos especializados,
Recorré Colón Fábrica y descubrí las grandes producciones surgidas de sus talleres: escenografías, trajes, pelucas, zapatos, efectos especiales y vestuario.
No es todo: el Instituto Superior de Arte es reconocido en todo el mundo y donde se forman los futuros cantantes líricos y bailarines.
Tiene una capacidad total de 2.478 localidades, y alrededor de 500 personas de pie.
Una de las anécdotas más recordadas de la historia del Teatro Colón tuvo como protagonista al temperamental director Arturo Toscanini, quien en 1912 decidió retirarse de un ensayo, disgustado por cómo tocaba un clarinetista. Como en Buenos Aires no había otro intérprete de ese instrumento, las autoridades del teatro tuvieron que convencer a Toscanini para que revierta su decisión. Finalmente, lo lograron pero después fue el clarinetista quien, ofendido, se negó a tocar bajo el mando de ese director.
El arquitecto italiano Francesco Tamburini diseñó el proyecto del Colón, pero murió antes del inicio de las obras. Entonces todo quedó a cargo de su socio, Víctor Meano. Pero él fue asesinado previo a la inauguración. Además de compartir país de origen y la desgracia de no haber podido completar su trabajo, tenían algo más en común: ambos murieron a los 44 años. Por ese entonces, mucha gente habló de “la maldición del Colón”.
La soprano italiana Claudia Muzio acostumbraba a tirar agua bendita al escenario, pero en el Teatro Colón eso le provocó un resbalón y la caída al foso de la orquesta.
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