Hay una zona del barrio de Liniers (en la zona Oeste de la ciudad, muy poco visitada por turistas) con una gran concentración de habitantes peruanos y bolivianos, que crearon un mercado que nada tiene que envidiarle a los de sus países natales.
En la estación Liniers, Av. Rivadavia 11599, terminan múltiples líneas de colectivos, y el tren Sarmiento. A sólo dos cuadras de la estación Liniers está la esquina de Ibarrola y José León Suárez, donde comienza el mercado, que replica las ferias de estos dos países cercanos. Caminando se encontrará con puestos callejeros y locales.
Los locales abren todos los días, pero los fines de semana las opciones y la gente se multiplican.
Por la mañana, hay puestos de frutas y verduras bien frescas, muchas traídas desde Brasil como papaya, mango y granada. Es tal la variedad y con buenos precios que muchas verdulerías se proveen de mercadería en este mercado.
Otro gran atractivo son los grandes locales que venden frutos secos, especias e ingredientes para cocinar con gusto andino al por mayor o menor, con buenos precios. Snacks como el plátano y el maíz fritos son ideales para tomar luego con una cerveza fría (puede comprar ahí mismo una Cuzqueña), también hay chiles secos, todo tipo de harinas, cereales, dulces en envases de 5kg y hasta bebidas como la Fanta de maracuyá.
Es uno de los pocos barrios dónde podemos conseguir ciertos ingredientes, como ají amarillo para hacer ceviche, el chile rocoto, hierbas como el huacatay, muy usado para condimentar algunos platos peruanos, y mil papines andinos de diferentes colores y tamaños.
Hay puestos que venden Ekekos (dios de la abundancia Aymará) y artesanías que usan para los sacrificios a la Pachamama (Madre Tierra), que son bonitos para comprar de recuerdo o de regalo. Hay bolsitas con pequeñas piezas que representan los pedidos que se le hacen a la Madre Tierra (buena siembra, una casa, un auto o buena suerte en el comercio), una hoja de la sagrada coca, la coa (vegetal andino), y una serpentina plateada que representa el dinero. Todo esto se quema y el humo de la coa eleva el pedido al cielo.
Otros locales ofrecen souvenirs, piñatas y tortas de varios pisos y muy decoradas, para celebraciones.
Una parte del mercado se dedica a la venta de ropa y zapatillas de marca “trucha” (como dicen los locales a las copias de marcas), algunos son réplicas muy bien logradas.
Si quiere desayunar, lo puede hacer en la calle misma, mientras pasea. Hay puestos que venden humitas y chipá de queso, y para tomar, jugo de naranja recién exprimido o jugo de durazno, hecho con la fruta seca hervida con canela, azúcar y clavo de olor, que venden en carritos y vienen en vaso de plástico o en bolsa, como en Bolivia. Algo más contundente y casi imposible de encontrar en otro lugar de la ciudad, son las empanadas salteñas, que en realidad provienen de Bolivia, bien jugosas. Recomendamos especialmente las de Pollo Broaster, en Ibarrola 7239, o en Salteñería el Conejo, ubicada en José León Suárez 216.
Si disfrutaste mucho del paseo, un buen dato es que gran parte de la comunidad boliviana rinde homenaje a sus difuntos en el Cementerio de Flores, sobre la Au. Perito Moreno. El 2 de noviembre, Día de los Muertos. Grandes grupos de familias de la comunidad se instalan en forma masiva durante toda la tarde junto a sus sepultados y colocan diversas ofrendas en las tumbas mientras comparten alimentos, bebidas, rezos y visitas.