El recorrido empieza en una esquina que no dice demasiado, pero recuerda mucho. La Plazoleta de Arroyo y Suipacha está ubicada donde antes se levantaba la Embajada de Israel. De allí toma el nombre. El 17 de marzo de 1992, un atentado destruyó el edificio y mató a 22 personas. Como parte de la memoria se preserva parte del muro original del edificio y un árbol de tilo por cada una de las víctimas.
El episodio marcó para siempre a la sociedad argentina. Incluso en el interior de la Catedral Metropolitana, de culto católico, hay un marco de plata conmemorativo a los fallecidos de aquel episodio. También recuerda a los de de la bomba de la AMIA y a los de la Shoá. Este homenaje se puede encontrar en la capilla Nuestra Señora del Carmen.
En 1897 se colocó la piedra fundacional de la Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina. Pionera en Argentina, fue reestructurada en 1932 donde obtuvo su fisonomía actual con capacidad para mil personas. Está ubicada en la calle Libertad al 769, en el barrio de San Nicolás. Tiene una estrella de David que la distingue y se caracteriza por un estilo románico-bizantino. Su frente se compone de arcos de medio punto, molduras escultóricas y unas manos sobre la puerta de entrada que representan la forma en que los sacerdotes de Jerusalén bendecían. La nave central mira a Jerusalén y los fieles están posicionados hacia Oriente.
Lindante con la sinagoga está el Museo Judío de Buenos Aires. La singularidad es que relata la historia de los inmigrantes, las colonias judías, su tradición y el inicio de la comunidad. El otro museo destacado de la ciudad es el del Holocausto, que expone numerosos objetos que dan cuenta del horror y ofrece diferentes visitas y cursos para concientizar contra el antisemitismo y la discriminación. Como parte de su acervo patrimonial cuenta con el testimonio de sobrevivientes, que se reubicaron en Argentina.
Entre 1907 y 1925, el 60% de los habitantes del barrio de Balvanera eran judíos. Hoy continúa siendo una zona marcada por la comunidad, pero de otra manera. La interesante arquitectura del pasado queda en un segundo plano ante la proliferación de los comercios.
En Pasteur al 633 está la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el edificio víctima del atentado terrorista más grave en la historia del país en 1994. La AMIA es un espacio de articulación de los judíos con la sociedad, reconocida como la “institución madre”. En la intersección con la calle Corrientes está la estación de subte, que desde 2015 a su denominación original “Pasteur”, le agregó “AMIA”.
La cultura judía se conserva en dos lugares del barrio que permanecen intactos al paso del tiempo. Por un lado el teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549), que nucleó actores y actrices de distintos elencos y, por el otro, la Fundación IWO (Ayacucho 483), que cuenta con una biblioteca de más de 40 mil volúmenes.
Por último, vale la pena alejarse del centro de la ciudad para ir al barrio de Coghlan, donde está el Centro Ana Frank Argentina (Superí 2467). Fue inaugurado en 2009 en conmemoración del 80º aniversario del nacimiento de la joven. Es parte de la organización holandesa que conserva la casa original y funciona como un centro educativo.