La comunión máxima entre café y esquina la representa la confluencia noroeste de San Juan y Boedo y su café, en Boedo 999 exactamente. Algunos memoriosos sostienen que el bar ya
funcionaba en 1914, cuando empezaba la Primera Guerra Mundial.
Aquí fue donde el gran Homero Manzi (1907-1951), en una de sus mesas escribió el tango Sur en el año 1948, “Sur paredón y después, Sur una luz de almacén…”, al que luego puso música otro grande, Aníbal Troilo (1914-1975).
El primer nombre del local fue El Aeroplano, una silueta de esa intrépida máquina voladora aparecía dibujada en una de sus ventanas. En 1937 el café fue comprado por dos socios japoneses, los Asato, que le cambiaron el nombre por el de Nippon. Era la época en que se iba a tomar una ginebra acodado al estaño y a escuchar los tangos que las vitroleras ponían en dos grandes
fonógrafos.
Once años más tarde, en 1948, los compatriotas de Foujita dejaron el local. Los nuevos dueños decidieron llamarlo Canadian. En 1953 se hizo cargo don Eugenio García. A partir de 1981 el café adquirió su denominación actual, Esquina Homero Manzi. Por sus mesas anduvieron Osvaldo Pugliese y su esposa, Cátulo Castillo, Sebastián Piana, Julián Centeya, José María Contursi, Roberto Rufino, Argentino Ledesma, Carmen Duval, Tito Reyes, Vicente San Lorenzo (autor del tango Almagro), el poeta Oscar Pesce, Enrique Maciel (autor de la música de La Pulpera de Santa Lucía), el escritor Isidoro Blaisten, que tenía una librería en un local del subsuelo de la vecina Galería Boedo, y Aníbal Lomba… todos ellos fieles seguidores en diferentes épocas.
El sábado 6 de marzo de 1999 la tristeza invadió Boedo, el café había cerrado sus puertas. Afortunadamente durante el año 2001 y de la mano del señor Eulogio Pérez Ogando, el café Esquina Homero Manzi volvió a vivir, renovado pero fiel a su espíritu tanguero, para felicidad de todos. Ahora, cotidianamente, se ofrecen espectáculos de tango de primera calidad en un magnífico escenario y con un servicio de cafetería y gastronomía acorde.
En la ochava y sobre el acceso, la inconfundible cara de Homero, dibujada por Hermenegildo Sábat, preside la esquina. La fachada continúa como antes, condecorada con numerosos blasones: un fileteado de Luisito Zorz, en homenaje a Manzi, de la Asociación Gardeliana Argentina o la del Senado, declarando a la esquina Sitio Histórico Nacional.