Este recodo del Riachuelo es escenario y testigo de importantes momentos históricos y un punto de referencia turístico imperdible del barrio de La Boca.
Es reconocido como el posible sitio de la primera fundación de Buenos Aires, hecha por Pedro de Mendoza en 1536. El nombre “Vuelta de Rocha” parece provenir de Antonio Rocha, un comerciante y estanciero que adquirió estas tierras en 1635.
Tuvo un papel crucial durante la campaña de la independencia, ya que aquí se instaló el arsenal donde el almirante Guillermo Brown reparó las naves de su escuadra. Años más tarde, aquí se construyeron las lanchas cañoneras que intervinieron en la guerra con Brasil.
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, la Vuelta de Rocha era un destino popular para paseos y reuniones, siendo conocida por sus numerosas pulperías frecuentadas por marineros y changarines.
La Plazoleta de los Suspiros fue construída en 1945. Su nombre esconde poesía: hay quien dice que este era el lugar donde acudían los genoveses que se radicaron en Buenos Aires entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX para recibir las cartas que les traían noticias de sus familias del otro lado del océano. También se cuenta que los marineros se sentaban aquí recordando sus andanzas en altamar.
Un dato curioso: se cree que uno de aquellos inmigrantes que frecuentaba la plazoleta por esos tiempos era el genovés Manuel Chinchella, padre de Benito Quinquela Martín, quien luego sería el gran benefactor de La Boca.
La plazoleta está diseñada como si fuera la cubierta de un barco. En 1948, se emplazó el mástil del transporte Pampa; un cañón de la fragata 25 de Mayo; se plantó un retoño del pino de San Lorenzo (bajo cuya sombra el general San Martín redactó el parte de la batalla de San Lorenzo) como símbolo de la historia argentina; y una piedra tallada con la leyenda: “A los marinos de todos los tiempos que con su esfuerzo contribuyeron a forjar la grandeza de la Patria”.
Ese mismo año fue declarado Lugar Histórico Nacional. Luego se sumó un busto del Almirante Brown, esculpido por Julio César Vergottini y donado por la Asociación Patriótica y Cultural Vuelta de Rocha.
Mirando al Riachuelo y rodeada por la obra arquitectónica que legó Benito Quinquela Martín (como la Escuela Pedro de Mendoza, Museo de Artistas Argentinos, y el Teatro de la Ribera) y otros grandes atractivos boquenses (como Fundación Proa, Fundación Andreani y Colón Fábrica), Vuelta de Rocha conserva la impronta de la inmigración, los colores que inspiraron a los artistas y el ir y venir de una ciudad que empezó a armarse justo en este rincón del mapa.