La Confitería del Molino viene siendo testigo de los últimos cien años de la Ciudad. Después de dos décadas y media de estar cerrada, y tras un gran trabajo de remodelación, si bien todavía no está abierta como para que vayas a tomar un café, ofrece la “Experiencia Molino, un recorrido guiado”. Se trata de visitas que permiten conocer los espacios restaurados y la historia de este emblemático edificio, contada por un equipo de especialistas. Son gratuitas pero con cupos limitados y requieren inscripción previa, individual, a través de la web delmolino.gob.ar.
Sus comienzos se remontan a mediados del siglo XIX, cuando los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna abrieron la “Confitería del Centro”, en Rodríguez Peña y Av. Rivadavia. En 1866, cambiaron el nombre por el de "Antigua Confitería del Molino", como un homenaje al primer molino harinero a vapor que hubo en la Ciudad. Pero fue recién en 1905 cuando Rossi y Brenna compraron el local de la esquina de Av. Rivadavia y Av. Callao, justo enfrente del Congreso de la Nación.
El proyectó significó una gran apuesta, que incluyó traer muebles de Italia, comprar cristalería de primera línea, tener detalles de mármol, vitrales, manijas y terminaciones de bronce. Finalmente, la imponente Confitería del Molino se inauguró el 9 de julio de 1916, en conmemoración del Centenario de la Independencia y pronto se transformó en un emblema del art nouveau en Argentina.
En 1930, el local vivió uno de los momentos más duros porque, durante el golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen, sufrió un incendio y cerró sus puertas. La reconstrucción demandó casi un año.
En 1978, se produjo una quiebra comercial y la confitería fue comprada por los nietos de Cayetano Brenna, quienes introdujeron una serie de mejoras para adecuarla a los nuevos tiempos.
Sobrevivió, hasta que una nueva crisis económica, en 1997, hizo que terminara fundiéndose. Ese mismo año fue declarada Monumento Histórico de la Nación pero eso no evitó que permaneciera cerrada durante un cuarto de siglo.
En 2014, el edificio fue transferido al Congreso de la Nación y la Comisión Administradora del Edificio del Molino comenzó una serie de tareas de recuperación de este ícono arquitectónico. En una obra conjunta entre la Ciudad de Buenos Aires, el Congreso y el Gobierno nacional, un equipo multidisciplinario de especialistas trabajó para poner en valor el patrimonio material e inmaterial del lugar y devolverle su esplendor.
Además de una gran cantidad de figuras de la política, por este espacio circularon artistas célebres, como Niní Marshall y Libertad Lamarque. También, autores de la talla de Oliverio Girondo y Roberto Arlt, quienes incluso escribieron sobre este tradicional lugar de Buenos Aires. Carlos Gardel dejó su sello en el Leguisamo, un postre que le pidió al pastelero Brenna para homenajear a su amigo, el jockey Irineo Leguisamo. Poco antes del último cierre, la cantante Madonna, que estaba en el país filmando la película “Evita”, eligió la Confitería del Molino para grabar un videoclip.