La Avenida Alvear, tal vez la más elegante de la Ciudad, fue trazada en 1885 por iniciativa del Intendente Torcuato de Alvear. Aunque originariamente se llamaba Bella Vista, fue luego bautizada en homenaje al padre del funcionario, Carlos María de Alvear, hombre de actuación destacada en los albores de la Argentina. La avenida nace en la plazoleta Carlos Pellegrini y desemboca frente al monumento a Torcuato de Alvear. Esta obra de Juan Lauer, inaugurada en 1900, está compuesta por una columna de mármol de estilo dórico, coronada por una figura alada que representa la Gloria. En la parte media, sobre el fuste, se halla el busto del primer intendente de Buenos Aires y, en la base, tres bajorrelieves que representan los hechos centrales de su actuación como precursor del desarrollo urbanístico de la Ciudad.
Una serie de residencias aristocráticas se erigen sobre la avenida Alvear: el Palacio Pereda (hoy residencia del Embajador del Brasil), el Palacio Ortiz Basualdo (que alberga la Embajada de Francia), la mansión de Concepción Unzué de Casares (sede del Jockey Club), el Palacio Álzaga Unzué (Four Seasons Hotel) y la residencia Duhau (Park Hyatt Hotel). Estas construcciones reflejan la influencia del academicismo francés y confieren a la avenida un aire parisino.
En la esquina de la Avenida Alvear y Ayacucho se alza el sofisticado Alvear Palace Hotel, majestuoso por su arquitectura y decoración. Combina la elegancia europea con la última tecnología, brindando un impecable servicio personalizado. Se trata de un verdadero palacio, símbolo indiscutible de la Belle Époque, que luego de 10 años de construcción, fue inaugurado oficialmente en octubre de 1932. En el año 2003 fue declarado Monumento Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. En sus casi 85 años de historia el Alvear hospedó a emperadores, reyes, presidentes y artistas de renombre mundial.
Recorré el barrio de Recoleta.