Mafalda nació en Buenos Aires, más concretamente en un edificio ubicado en la calle Chile 371, donde vivía el recordado Joaquín “Quino” Lavado. Desde ese rincón de empedrados y bohemia porteña, justo en el límite entre el barrio de Monserrat y de San Telmo, la pequeña construyó su mirada filosa y despierta.
Esas calles de Buenos Aires y sus personajes fueron inspiración para las viñetas de Mafalda. Quino retrató el microclima de la Ciudad a partir de Jorge, el diariero que tenía su kiosco enfrente; o el almacén de Don Manolo, en Balcarce 774; pasando por los bares llenos de gente leyendo el diario y tomando café.
A pocos metros de aquel edificio donde en 1964 vio la luz la entrañable niña de melena negra alborotada, se encuentra la famosa escultura de Mafalda.
En la esquina de Chile y Defensa, Mafalda te espera sentadita en un banco, con su vestido verde y su gran moño.
La escultura fue realizada por el artista Pablo Irrgang y está hecha en resina epoxi, reforzada con fibra de vidrio.
Nunca está sola, porque la acompañan Susanita y Manolito, y porque siempre hay personas esperando para sacarse una foto con ella.
El 2024 marca un aniversario importante: Mafalda cumplió 60 años desde su primera publicación, y lo hace con una mística intacta. Este año, viajó a la ONU y cumplió su deseo de ser intérprete para llevar un mensaje de paz: “Cuando sea grande voy a trabajar de intérprete en la ONU y cuando un delegado le diga a otro: “¡Su país es un asco!”, yo voy a traducir: “Su país es un encanto’ y... ¡claro!, nadie podrá pelearse”, había dicho en alguna de las tiras.
De la mano del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, otra estatua de Mafalda esculpida por Irrgang, esta vez con su clásico vestido y moño rojo, subió a un avión. Fue rumbo hacia Estados Unidos y llegó a la cabina de los intérpretes de español de uno de los salones de la sede de la ONU.
También se convirtió en el primer personaje latinoamericano en presentar una estatuilla en los Premios Emmy. Porque ella es de Buenos Aires pero también es del mundo.
Aunque su última aparición fue en 1973, Mafalda sigue cuestionando y reflejando el espíritu crítico de generaciones, y trascendiendo fronteras. Quino lo expresó mejor que nadie cuando en una entrevista dijo que Mafalda no necesitaba ser resucitada porque nunca había dejado de estar viva.
Desde su banco en San Telmo, sigue recordándonos que los sueños no tienen límites.
Recorré el barrio de San Telmo.