Esta maravillosa obra, con su impactante fachada, fue proyectada por el estudio de ingenieros ingleses “Bateman, Parsons & Bateman”. Es una de los edificios de identidad más definida que posee Buenos Aires, pero pocos conocen su finalidad principal: servir como contenedora de doce tanques de hierro de 6.000 m3 de capacidad, distribuidos a lo largo de tres pisos, que constituyeron el primer gran tanque distribuidor de la Ciudad.
Las fachadas están revestidas con más de 130 mil ladrillos esmaltados y 170 mil piezas cerámicas que fueron fabricadas especialmente en Inglaterra; así, se “escondieron” los tanques, que no se consideraban lo suficientemente bellos para estar a la vista. Los techos verdes provienen de Francia.
En 1978 dejó de funcionar definitivamente como tanque de agua, pero el edificio se conservó por su invaluable arquitectura: este edificio único fue declarado en 1989 Monumento Histórico Nacional por ser una expresión elocuente del arte y de la técnica del siglo XIX y por constituir un verdadero monumento a la sanidad y al agua pura.
Podés visitar su museo y biblioteca para conocer más de esta verdadera joya de la Ciudad.