Estadios emblemáticos | 1. Estadio “El Palacio Ducó”
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Su nombre dice mucho y lo diferencia de todos los demás. No es un simple estadio donde se juntan los hinchas los fines de semana sino un palacio que engalana al barrio y que preserva la historia del Club Atlético Huracán. Cuando el mar de gente se aproxima, una torre sobresale y cumple las funciones de faro. Cuando la gente se retira, el estadio empieza a mostrar sus huellas y los vestigios de la civilización.
El palacio se va revelando y empieza a mostrar pequeños detalles. Como las estrellas amarillas en la parte superior recordando los títulos a lo largo de los años. O los indicadores de Homero Manzi, Luis Seijo, Jacinto Armando, Alfredo Barbieri y René Houseman, grandes nombres que se transformaron en sectores de la cancha. En una esquina, incluso, una joyería barrial estampó su publicidad para no removerla nunca más.
El Palacio Ducó, según la voz del estadio
También está Ringo Bonavena, el boxeador que creció a pocas cuadras de este estadio y que quedó inmortalizado sentado en una de sus plateas. Las letras H aparecen a cada rincón: en la popular, en la combinación de colores de la platea, en las paredes y en los escudos con el globo que lo identifican.
En uno de los costados, los asientos son de cemento como prolongaciones del piso y tienen un color que parece estar despintándose. El gris del paso de los años se cuela entre el rojo y el blanco por tantas personas que se han sentado –y parado– durante los partidos de su querido Huracán.
Cuando se vacía y queda sin público, en el Tomás Adolfo Ducó se pueden apreciar los detalles arquitectónicos que lo distinguen. Y tal como su nombre lo indica deja su función de estadio de fútbol y luce resplandeciente como un verdadero palacio.
“La letra que faltaba”, un relato ficticio inspirado en hechos reales que indaga en el vínculo del club con el barrio y sus hinchas
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ALCORTA, AMANCIO AV. 2558
