En 1889 el presidente Juárez Celman envió al Congreso de la Nación un proyecto de ley que proponía como locación para un nuevo Palacio Legislativo la manzana comprendida por la calles Entre Ríos, Combate de los Pozos, Victoria (hoy Yrigoyen) y Rivadavia, frente a la necesidad de asignar al Poder Legislativo una sede definitiva. La elección del lugar implicaba delinear un eje cívico en torno a la Avenida de Mayo, en cuyos extremos se situarían la Casa de Gobierno y el Cabildo histórico, por un lado, y el Congreso Nacional, por el otro.
La construcción de este palacio, sede del Congreso Nacional, comenzó en 1898, conforme al diseño del arquitecto Víctor Meano. El escultor Jules Dormal (uno de los constructores del Teatro Colón, junto con Meano) completó la obra, respetando el proyecto original. El edificio se inauguró en 1906, pero no se terminaría hasta 40 años más tarde. Su cúpula, de 80 metros de alto, es una de las más grandes de la Ciudad. El estilo corresponde al alto academicismo italiano de fines del siglo XIX. El edificio está íntegramente revestido en piedra caliza gris, con basamento de granito.
El 28 de diciembre de 1993, el decreto 2676 del Poder Ejecutivo Nacional declaró al Palacio del Congreso “Monumento Histórico y Artístico Nacional”. Entre sus consideraciones, el decreto establece que el edificio del Congreso constituye un referente de nuestra identidad cultural, por lo que se considera necesaria la preservación y presencia física de sus valores históricos y estéticos.
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