Chacarita

Antes conocido como "Chacarita de los Colegiales", hoy resulta difícil disociarlo del cementerio.

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Este barrio era conocido como la Chacarita de los Colegiales y hoy resulta difícil disociarlo de la presencia del cementerio, que nació ante la urgencia desatada en nuestra ciudad ante la epidemia de fiebre amarilla. Desde las lejanas épocas fundacionales de Buenos Aires, cuando don Juan de Garay en 1580 ratificara la gesta de don Pedro de Mendoza, las tierras de la trinidad, que ahora conforman los barrios de Chacarita, Colegiales, Villa Ortúzar, y otros cercanos, pertenecían a los llamados “Montes Grandes” o “Pagos de la Costa” que, más adelante, constituyeron los “Partidos de Campaña”. Esas tierras iban desde la actual zona de Retiro hasta San Fernando. El fundador Garay imaginó que esa región se debía destinar a la labranza y a chacras, o para la cría de ganado.

Las más antiguas referencias históricas sobre la “Chacarita” y sus alrededores, corresponden a los comienzos del siglo XVII. En diciembre de 1608, cuando gobernaba Buenos Aires el criollo Hernando Arias de Saavedra –Hernandarias- se completó la mensura de la ciudad. Entonces se delimitaron las extensas posesiones que se donaron a los sacerdotes de la Compañía de Jesús, conformando la estancuela o dehesa que se denominó “Chacarita de los Padres” y luego “Chacarita de los Colegiales”. En aquel lugar pasaban sus veranos los estudiantes del Colegio San Ignacio. Estas tierras tuvieron un gran traspaso de manos. Juan de Garay se las dio a don Juan Fernández de Zarate y de este pasó a poder de Gonzalo de Carabajal, luego paso a manos de María de Carabajal, quien recibió el predio en calidad de dote al contraer matrimonio con Cristóbal Calvo, quien vendió su parte a los religiosos ignacianos.

El Colegio San Ignacio, dirigido por los jesuitas, estaba en la “manzana de las luces”, en la calle Bolívar y junto a la iglesia. Los alumnos internos del colegio pasaban las vacaciones de verano, junto con algunos de sus profesores en las tierras que los jesuitas tenían en el oeste, de ahí el nombre, “La Chacarita de los Colegiales”, o la quinta en donde descansaban los alumnos. La ciudad sufrió entre 1867 y 1868, una seria epidemia de “cólera morbos” o asiático, entonces de imposible curación. Vivian en Buenos Aires alrededor de 180.000 habitantes y la enfermedad comenzó a atacar a los pobladores casi inmediatamente después de la guerra del Paraguay, posiblemente el virus se traía desde el trópico. En 1867 las victimas mortales fueron 1633 y hubo 5000 afectados. Como consecuencia de esta epidemia surgió la apremiante necesidad de crear en los alrededores de la ciudad algún lugar para poder inhumar a las victimas, dado que el cementerio de La Recoleta era insuficiente.

El predio se extendía entre las actuales calles Dorrego hasta J. Newbery y de Corrientes hasta Guzmán. Anterior a este, los jesuitas habían formado un camposanto al lado de la capilla que luego se demolió. Con lo cual, el cementerio de los jesuitas fue el primero que funcionó en la zona, luego se amplió el lugar con motivo de la epidemia. Es interesante notar que el enterratorio de la Chacarita, hoy un gran cementerio, se conformó como solución transitoria para un problema epidémico, dándole carácter de provisorio, aunque los sucesos posteriores obligaron a los responsables a que fuera definitivo.

Recorré los barrios más emblemáticos de la ciudad.

 

LACROZE, FEDERICO AV. y CORRIENTES AV.