Buenos Aires es una ciudad intensa, viva y enérgica. Se siente en el aire, se escucha en sus calles, se evidencia en su agenda non stop. Pero lo más interesante de su perfil multifacético es que está rodeada de paisajes que nada tienen que ver con el carácter urbano de esta gran metrópolis. A tan sólo 32 kilómetros del centro de la ciudad, a una hora en tren (desde la terminal ferroviaria Retiro), existe un lugar llamado Tigre, donde abundan casonas coloniales, aristocráticos clubes de remo, cientos de locales de artesanías y una estación fluvial desde donde se llega a un mundo natural inigualable: el Delta del río Paraná.
Aunque su nombre remite a su uso anterior (hasta mediados del siglo XX desembarcaba allí la producción frutal del Delta del Paraná, que luego se comercializaba en la ciudad de Buenos Aires), el actual Puerto de Frutos es un mercado al aire libre donde se pueden encontrar muebles, adornos y artículos para el hogar, accesorios fabricados en caña y mimbre, productos de talabartería, deliciosos dulces y mieles caseras, flores y, por supuesto, una gran variedad de frutas locales. También allí se puede almorzar o salir de excursión por el Delta.
Te recomendamos visitarlo entre semana, ya que los sábados, domingos y feriados es un punto muy frecuentado.
Uno de los circuitos más pintorescos de la zona es el Paseo Victorica, con sus calles sinuosas que bordean el río, en pleno centro de Tigre. Lo más recomendable es transitarlo a pie para disfrutar de la sombra de sus árboles, observar las fachadas de sus antiguas casonas, detenerse a comer algo o tomar fotos desde sus puentes. Ya llegando al final del paseo, te sorprenderás con el Museo de Arte Tigre, cuya majestuosa construcción es una magnífica pieza de la belle époque argentina. Allí podrás conocer la colección estable de arte figurativo argentino que abarca desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX.