La joven orfebre que le pone color a las tradiciones gauchescas argentinas
Carolina Fernández Crespi le da su propio toque a piezas típicas como mates y boleadoras.
Un elemento esencial en infinidad de formas
Para tomar mate, la infusión más popular de Argentina, es necesario tener yerba -la hoja verde utilizada para hacer la bebida- pero, aún más importante y como su nombre lo indica, hace falta tener un buen mate.
Los mates, con las bombillas que lo acompañan -el sorbete de metal utilizado para tomarlo-, son elementos esenciales en el país. Es posible encontrarlos en todas las formas, colores y materiales: desde las tradicionales calabazas huecas utilizadas originalmente por los gauchos hasta simples recipientes de plástico. Tomar mate es un ritual cultural tan importante que los porteños suelen tener varios: un equipo para usar en casa, uno para la oficina, otro para el parque, tal vez uno más ornamental como adorno en una estantería y hasta uno para el auto. Nunca quieren estar sin un mate.
Quizás no sea sorprendente entonces que los mates fueran uno de los primeros artículos que Carolina Fernández Crespi comenzó a fabricar después de enamorarse de la platería, mientras estudiaba en la Escuela Técnica Raggio en el barrio de Nuñez. Después de graduarse, organizó un taller en la casa de su abuela y se puso a trabajar combinando formas para agregar un toque moderno a los diseños tradicionales de mate.
Innovaciones de una tradición
La platería en Argentina tiene una larga historia de tradición asociada con los gauchos y durante mucho tiempo se la consideró una actividad casi exclusivamente masculina, pero el trabajo de Carolina convenció a las tiendas de aceptar a una joven diseñadora con nuevas ideas.
"Cuando empecé, a los 25 años, caminaba por todo el centro de la ciudad con un bolso buscando lugares donde podría ofrecer mis mates", cuenta Carolina. “Me costaba muchísimo porque al principio la gente no me creía que los hacía yo. Es raro encontrar una mujer que trabaje con plata, y mucho más a una mujer tan joven. Tenía que trabajar mucho para ganar la confianza de la gente con la calidad de lo que hago. Mis padres me apoyaban mucho. Todavía me acuerdo del día que llamé a mis padres para decirles que había vendido un mate. Me llenó de orgullo”.
“Uso los materiales tradicionales -calabaza y plata o alpaca- pero trato de diferenciarme por la calidad del cincelado. Después, cuando tuve la confianza de la gente, empecé a desarrollar mi propia impronta y a diseñar variantes más modernas, más locas, para que la gente pueda tener un mate distinto, un mate de color, un mate fucsia. Al principio muchos negocios dudaban, pero sabía que la gente quería mates diferentes del resto", relata orgullosa.
Manteniendo otra tradición: las boleadoras
Ahora que ya es una artesana bien posicionada, Carolina fabrica una gran variedad de artículos tradicionales argentinos. Entre los más solicitados están las boleadoras, el lazo tradicional que los gauchos usaban para atrapar ganado. Sus diseños son enteramente de plata o, en su defecto, de plata y marfil con un cordón de cuero trenzado a mano.
"Las boleadoras son piezas realmente preciosas y, aunque es algo muy tradicional de nuestro país y se usan en desfiles de caballos, son difíciles de encontrar. Por eso, es un placer mantener la tradición”.
Carolina forma parte de una de las nuevas generaciones de artesanos locales que respetan y preservan, pero que también continúan desarrollando la larga y única tradición artesanal de Argentina en sus pequeños talleres en la ciudad. Para un visitante que busca conocer estas antiguas tradiciones, hay muchas opciones y hay un mate para todos los gustos.