Descubriendo el barrio chino porteño
Un paseo por la zona oriental porteña.

Después de haber postergado varias veces mi visita a esta parte de Buenos Aires, decidí finalmente conocer el Barrio Chino. No me imaginaba que encontraría también varios puntos turísticos del barrio de Belgrano. Mi aventura comenzó tan pronto como bajé del colectivo cuando me encontré con una amplia avenida en la que todas las tiendas parecen haber sido hechas para gigantes. Se trataba de la Av. Cabildo.

Un paseo por el barrio de Belgrano

Entré en una calle desconocida para cruzarme con una iglesia que tiene una bóveda redonda enorme: era la Parroquia de la Inmaculada Concepción. Más adelante había una feria de artesanías con una pareja bailando una música gauchesca en el medio. Me pregunté si había llegado al lugar correcto porque de chino no veía nada.

Al otro lado de la calle había una casa de estilo colonial, que era el Museo de Arte español Enrique Larreta. En el otro lateral, el Museo Sarmiento. ¡Cuánta cultura en un solo lugar! Definitivamente estaba perdida y no sabía cómo hacer para llegar a la parte china de este barrio. Caminé y después de haber pasado las Barrancas de Belgrano percibí el movimiento de los rieles de tren. Ahí comenzaba el Barrio Chino.

Primeras impresiones orientales

Un grupo de músicos que consiguieron reunir a una multitud estaban bajo el arco de ingreso. Otros tantos se repartían por las calles siguientes.

Pasé el león del lado izquierdo y pude sentir la vibra. No sé bien qué fue, pero pensé que el reflejo del sol en medio de los árboles generaba un aire oriental. Quizás también pueden haber sido las fachadas en letras impronunciables. Pero lo más llamativo fue ver la cantidad de tiendas de baratijas al estilo de los 1,99 de Brasil con sus productos de "Made in China".

En las calles de alrededor todas las placas estaban en dos idiomas: en español y abajo en chino. Hay edificios de arquitectura asiática, murales de dragones y predomina el color rojo. Más adelante aparece el Pasaje Arribeños, de características neocoloniales. Lo mejor de ese Monumento Histórico Nacional era un perrito sentado en medio de la calle que hasta me pareció verlo sonreír para una foto.     

Peculiaridades para oler y mirar

Al volver a la calle principal entré en un mercado que tenía un fuerte olor a pescado. Quería explorar qué productos había. Encontré diferentes tipos de algas, arroz, condimentos, rollos de sushi sin cortar y albóndigas. Todo esto, que bastante extraño me resultó, seguramente sea normal en otra parte del mundo.   

Una gran cantidad de personas comían una especie de palillo cremoso como si no hubiera un mañana. Quise probarlo y pedí el melón de fresa, que también tenía sabor a plátano y mango. En la etiqueta decía que provenía de Corea del Sur.  

Final de la tarde

Mi agradable jornada terminó con una cerveza en un lugar que también preparaba woks. Durante ese rato entendí que el barrio chino porteño es un espacio creado para mostrar, albergar y conservar la mezcla de culturas orientales en un solo lugar. Por más que los chinos le dan el nombre, hay comidas hasta de los países más ignotos.   

Mucha gente caminó por sus calles durante este rato. Posiblemente todos tenían diferentes objetivos, pero lo que los unía eran las ganas de sentir un poco de Oriente en pleno Occidente. Eso es, básicamente, el Barrio Chino.

* Relato escrito por una turista brasileña.