Nuestra sangre es inmigrante. Somos apasionados. Somos "familieros". Nos damos abrazos fuertes. Saludamos siempre con un beso. Nuestras mesas están llenas de amigos, tíos, primos, hijos y hermanos. Hacemos ‘sobremesa’. Discutimos acaloradamente. Nos emocionamos con envidiable facilidad. Estamos hechos de contrastes, la cultura popular y la cultura sofisticada, lo tradicional y lo moderno, las religiones de siempre y los ídolos modernos.
Nuestra ciudad está llena de vida e intensidad, enriquecida con historias que se comparten y entrelazan. Acá, nos encontramos por la calle, nos sentamos por horas en las mesas de los cafés. Acá nos miramos a los ojos. Acá, la noche es un nuevo día. La ciudad se enciende con sus cientos de teatros con sus miles de restaurantes y barras. La noche te despierta.
Acá no hablamos español, hablamos porteño, algo que no vas a encontrar en ningún otro lado. Acá un partido de fútbol es un espectáculo que deberías ver al menos una vez en la vida. Acá los taxistas son poetas y filósofos.
Acá vamos a mostrarte el tango y el dulce de leche y queremos descubrirte, queremos conocerte. Porque acá no recibimos turistas; hacemos amigos. Y podrás encontrarnos un poco ruidosos, pero por, sobre todo, auténticos.
Acá, en Buenos Aires de algo podés estar seguro: te sentirás parte de la ciudad. Y cuando te vayas, te llevarás algo nuestro y dejarás tu huella.